Para huir de la muerte
nos amaremos todos, enteros.
Para huir de la muerte
nos amaremos
sin horario y sin ley, sencillamente
para huir de la muerte.
Para huir de la muerte
diré que tus ojos son palomas de Picasso
y que bajo tu piel de leche ávida y firme
viven en hermandad veinte poemas de amor.
Para huir de la muerte
tú me darás las fresas mejores de tu huerto
yo te daré mi vino más peleón, más duro, más añejo.
Para huir de la muerte
pienso resucitar el conjuro dormido de tus pechos,
pienso ahondar tus raíces, bucear hasta el centro.
Para huir de la muerte,
diré que es estupendo sentirte tan cercana
y que ni en tí, ni en mí, ni en vosotros ni en ellos
hay sumergida una ciudad donde luchan
la muerte, y el amor, el amor y la muerte,
la muerte, y el amor, el amor y la muerte.
[Para huir de la muerte]